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Intercambiamos las procesiones por los gofres



BÉLGICA| Quedábamos muy pocos en Lodz, cuatro contados. Llegó la Semana Santa y teniendo en cuenta que la mitad son del sur y tienen mucha tradición por las procesiones y los capirotes, y la otra mitad querían aprovechar esos días sin clase para reencontrarse con su entorno, volver a casa por última vez antes del final de esta etapa… El caso es que unos pocos decidimos exprimir esto al máximo y no volver a España hasta junio. Y que mejor opción que hacerse una escapada a Bélgica. Aunque el problema de siempre de volver a los euros nunca es fácil y más en países como este, que todo es incluso más caro que en España.
Varsovia-Charleroi, 6 de la mañana y apenas una hora y media de sueño en el Modlinbus hacia el aeropuerto. Apenas somos cuatro los que vamos a adentrarnos a las profundidades belgas. 5 días y salvo los dos primeros días en la capital, Bruselas, el resto cada día visitamos una ciudad distinta. De hecho, si ya éramos pocos, además nos dividimos en dos grupos; los que nos quedamos en Bruselas y visitamos Amberes, y los que prefirieron pasar esos días en Amsterdam. Era un destino muy goloso, que tengo muchas ganas, pero cuando haga ese viaje, lo haré bien, con el número de días necesarios y rodeada de los máximos amigos dispuestos a disfrutar.
Muchos describen Bruselas como una capital fea, con poco que ver salvo la Grand-Place; pero como siempre, yo voy al revés del mundo. A pesar del chaparrón que nos cayó durante el Free Tour, me pareció una ciudad con su encanto, con mucho que ofrecer, y eso sí no he visto otra ciudad europea con tantos españoles por metro cuadrado como esta. Constantemente un “gracias”, “es por allí”, “vamos a….”. No podía faltar un buen gofre en la Grand-Place y una cerveza en la famosa cervecería Delirium, con una gran variedad de estas de todos los sabores.
Dejamos la gran ciudad para adentrarnos en la otra Bélgica, en la que no se habla francés, de hecho prefieren que les hables cualquier idioma antes que ese. La región de Flandes, conocida además de por sus tres ciudades principales, por el independentismo que se vive frente a la otra parte del país. Primera parada, Amberes, con uno de los puertos de mercancía más importantes de Europa. De las tres ciudades, decían que era la más floja, pero me sorprendió bastante. Tenía mucho ambiente, sobre todo joven y universitario, y eso es lo que, al fin y al cabo, da vida a una ciudad.
Vuelta los cuatro juntos hicimos la siguiente parada, y esta vez en Gante. A pesar de que el viaje no prometía muy buen tiempo, no nos pudimos quejar. Gante nos recibió con un sol esplendido. Y por último, y con más expectativas que ninguna otra ciudad, Brujas. No se quedó atrás, de hecho, la que más nos gustó sin duda. Un Amsterdam en pequeño dicen aquellos que lo han visitado. Y aquí finalizó nuestra escapada de Semana Santa. Un tour por tierras belgas más que superado.

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