MALMO.COPENHAGUE| Llega el puente de Mayo y qué puede
haber mejor que una escapadita al norte de Europa, en concreto a dos de los países
nórdicos, Suecia y Dinamarca. En realidad el objetivo principal era la capital
danesa, Copenhague, pero claro no hay que olvidar que aunque por poco tiempo
seguimos siendo estudiantes Erasmus y que el dinero es un factor importante por
eso volamos a la ciudad sueca de Malmo. Y os preguntareis cómo pasamos de un país
a otro y si es rentable o no; pues si realmente lo es, y bastante. Un vuelo alrededor
de 30 euros ida y vuelta y además te llevas otro país más a las espaldas. La conexión
entre ambos países se encuentra a través de un puente que une Malmo y
Copenhague en más o menos una hora y por menos de 10 euros.
La ciudad sueca realmente se ve en
un día y aunque nos quedamos dos noches, lo compaginamos de tal manera que el
primer día visitamos Malmo entero y los otros dos Copenhague. El puerto de
Malmo era la parte más especial de la ciudad sin duda. Una cervecita, unas
patatas para picar y el atardecer frente a nosotros a dos pasos del Mar del
Norte. Nada más relajante después del primer día de viaje.

Otra vez a hacer la maleta, y en
este caso ponemos rumbo a Copenhague, atravesamos el Puente de Oresund, con
unas vistas preciosas por cierto, y llegamos a la capital, a la que tantas
ganas teníamos de patearla. Volvería, volvería a perderme por sus calles, su
puerto, por su ciudad libre de Christiania, por cada uno de los rincones que
hacen de esta ciudad una de las más bonitas de Europa visitadas en este año. Sobre
todo me sorprendió el ambiente, la cantidad de turistas por todas sus calles,
aunque también es verdad que no es lo mismo ir en mayo que en febrero, y que
esta vez sí que sí el tiempo estuvo a nuestro favor.
Eso sí, en este viaje fuimos a lo “ratas”.
Después de llevar 8 meses viviendo en el paraíso polaco donde una cerveza te
cuesta 5 zlotys, viajar al norte de Europa es duro económicamente. Nos llevamos
nuestra propia comida, un poco de embutido y algún que otro restaurante de
comida rápida. Nos dimos solo el capricho de tomarnos una cerveza sentados en
el puerto, rodeados de gente por un lado y de barcos por el otro, y con todas
las casitas de colores frente a nosotros.
Y última noche en Malmo que solo
nos dio para cenar, dormir y coger el bus al aeropuerto al día siguiente. Y aquí
se acaba otro viaje, otros dos países conquistados y como dice Vetusta Morla
dejarse llevar suena demasiado bien.
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