
Nunca supe cómo iba a acabar la
historia, solo sabía cómo quería que fuese. Hay momentos buenos, otros no tan
buenos; hay veces que tienes un pensamiento, y rápidamente, por nada en
concreto y por todo en general, cambias de idea. Y es así. Pones una balanza, y
siempre vence un lado.
Nueve meses, 34 semanas y muchas
historias de por medio me han llevado hasta París, hasta la ciudad de las
luces, y aunque no ponga eso en los libros turísticos, también del amor. Esta
aventura llamada Erasmus se acaba, pero empieza otra nueva. Y qué mejor para
finalizar esto que París. Con más fuerza y ganas que nunca, con una sonrisa de
oreja a oreja.
Siempre soñé con pasear por Les
Champs-Élysées pero nunca me imaginé acabar a las 12 de la noche tomándome una
botella de vino frente a la Tour-Eiffel, mientras esta se ilumina cada hora. Soñé
tantas cosas que no me imaginaba que todo fuese real, y que una ciudad iba a
tener un nombre propio tan grabado en mi mente.
TOUJOURS PARIS
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