VARSOVIA| Ya era hora, ya estábamos tardando
en conocer la capital de lo que es cada día más nuestra casa. A hora y poco de
Lodz, en nuestro querido Polskibus comenzamos el fin de semana por Varsovia, la
ciudad del Vistula, y la más grande de Polonia. No era la primera vez que estaba allí, el día 24
del pasado mes de septiembre mi aventura en el Erasmus comenzó cuando puse pie
en el aeropuerto de la ciudad. Pero esta vez la visita fue distinta. Vinimos a
ejercer un poco de buenos turistas.
Un fin de semana que comenzó con
lo que es ya una tradición, desayunar en el Costa Coffee. Un impulso a manos de
un café con leche y a conocer lo que algunos describen como decepcionante y
otros como típica ciudad polaca destrozada por la 2ª Guerra Mundial y bastante
industrial. Hay opiniones diversas, pero esto es como todo, depende de muchos
factores. Uno de los principales, el tiempo. Quizás Varsovia me atrapó un poco
más que Cracovia por eso. No es que estuviésemos a 20 grados a la sombra ni
mucho menos, pero hacía algo mejor. Nos cayó alguna que otra gota pero nada que
no pueda solucionar un buen abrigo con capucha (influye también la caja que me
enviaron desde España con toda la ropa de abrigo). Hubo de todo, desde un free
tour fallido hasta alguna que otra pérdida por la ciudad, pero de lo que no
cabe duda es que lo conocimos bastante bien. La Plaza del Mercado, lugar
seguramente más emblemático de la capital y donde se juntan muchos turistas a
lo largo del día, el edificio de la Universidad o el guetto judío, por no
hablar del Palacio Lazienki, residencia de verano del último rey de Polonia,
fueron algunos de los lugares que visitamos. Y entre todo esto, hicimos un
hueco para conocer la noche varsoviana. Un poquito de Teatro Cubano a mano de
Bad Bunny y el reggeaton viejo y otra ciudad polaca conquistada. Lo que no
tengo ninguna duda es que tarde o temprano volveré.

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